Como afrontar la Navidad con una silla vacía

María Valiente, psicóloga  de la Residencia Santa Lucia

No recordar a la  persona fallecida provoca que la familia consuma mucha energía en disimular y esconder los sentimientos naturales y humanos.
"Navidad, Navidad , dulce Navidad” es mucho más que un villancico . La Navidad es una época del año en que los cristianos -católicos, anglicanos, ortodoxos, protestantes, etc.- celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret. La fuerza de esta celebración, se filtra por grietas y rendijas llegando a la población laica y convirtiéndose en una sombra que a todos acompaña por calles, hogares, centros comerciales, supermercados, colegios, etc. Con el Espíritu de la Navidad, aparecen cenas, comidas y reuniones familiares, de todo tipo, que remarcarán aún más la evidencia de que en nuestra casa hay una silla vacía. El despliegue de colores, brillos y fiesta contrasta con el dolor, pena y vacío que sienten las personas que están atravesando un proceso de duelo tras la muerte de un ser querido. La pena parece más pena, el dolor se hace más hondo y uno no comprende cómo se puede estar de fiesta si lo que hace es duelo.
El sentir, cuando atravesamos el túnel del luto, es universal y particular al mismo tiempo. Cada persona lo vive de una forma, cada uno tiene su tempo y ritmo. La amalgama de emociones puede ir desde la tristeza a la rabia, la ira, la añoranza, el enfado y el deseo –a veces silente- de querer acostarse el 20 de diciembre y despertar a mediados de enero, cuando ya no quede rastro navideño. Son días complicados en los que sentimos el alma rota por la ausencia de nuestro ser querido.

Para ayudarnos a afrontar esos días podemos: 
Planificar con antelación lo que se va a hacer. Tener un plan que incluya actividades sociales y de mayor riesgo emocional, y otro con tiempo de descanso e intimidad.Hacer esta planificación nos proporcionará una mayor sensación de control y no estaremos sometidos a la angustia de tener que decidir sobre la marcha o en un momento de desbordamiento.Es aconsejable hacer algún tipo de reunión familiar antes de que lleguen las fechas de encuentro y en la que participen mayores, niños y adolescentes. En ella, es recomendable hablar explícitamente de lo que ha sucedido y de la ausencia del ser querido, reconociendo desde el corazón, aunque duela y emocione. No hacerlo provocará que los miembros de la familia, y seres allegados, consuman mucha energía en disimular y esconder sus sentimientos.
Ante los rituales navideños -belén, comidas, regalos, Reyes Magos, Nochevieja, etc. Habrá miembros de la familia que manifestarán su deseo de no hacer nada y otros, como los niños y adolescentes, que querrán celebrarlos a toda costa. Es aconsejable pactar qué tradiciones se mantendrán y se buscará la manera y el espacio para recordar , en ellos, a la persona fallecida.
Si ocurriese un desbordamiento emocional, Puede bastar con dar espacio a la persona y ofrecernos de con un gesto (una mano, un hombro, etc.)
Una última sugerencia. Respeto al sentir de uno mismo y al de las personas que atraviesan un duelo en estos días. 

                                      Feliz Navidad a todos

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