La fiesta de los mayores
Otro precioso día que nuestras
Autoridades nos han dado.
El día estaba maravilloso,
soleado, pero la temperatura no era alta.
Empezamos el día asistiendo a la
preciosa iglesia de San Antonio, con muchos asistentes y llenos de devoción.
En la misa hubo ciertas personas
que leyeron sus párrafos, con mucho cariño y entusiasmo.
El Padre Manolo, que señor cura,
me gustó como dijo la Santa Misa, iré a verlo los domingos aunque soy de otra
parroquia. Que claro y que bien nos habló, que consejos más directos y reales.
Por favor compañeros tenerlos presentes, viviremos los muchos años que nos
quedan más tranquilos y felices.
Las señoritas que amenizaron la
misa con sus cantos fue él no va más, lo bien que lo hicieron.
Una vez terminado nos dirigimos
al sitio donde teníamos que comer, esta vez fue al hotel Los Ángeles, a unos cinco
kilómetros de distancia. Poco tráfico y buen conductor Brayan.
Qué bonita entrada y que bonito
todo lo demás, nos recibieron con mucha amabilidad y nos indicaron el sitio
donde sentarnos, nuestra amiga Manolita nos había reservado toda una mesa para
nosotros, me tocó junto a la ventana que da hacia el mar. Que gozada, que
vistas hacia el bonito jardín y el mar.
Nos fuimos sirviendo nuestros vinitos,
(yo con Casera) hasta que fueron llegando todos los demás colegas.
Nos trajeron el primer plato,
entremeses variados, abundantes y muy bien presentados, ensalada mixta y, arroz
(creo que se llama a la marinera) pero no estoy seguro.-Como soy de Soria el
pescado del mar de allí es diferente.
Para terminar con un delicioso
postre, un surtido de diferentes cosas (en
mis tiempos de hostelería
se llamaba pijama) Pero no de esos de rayas baratillos, si no de primera
calidad.
Café, café (del bueno) o infusiones.
Yo seguía saboreando el vino
tinto, esta vez sin casera y, créame que juntó a la ventana con aquellas vistas
tan preciosas, creo que soñé, veía angelitos volar y volar, dando vueltas y
también una señorita que iba hacia la playa con un ceñido bañador.
Me despertó una suave patadita
que alguien me dio por debajo de la mesa.
Qué pena, con lo feliz que
estaba.
Terminado aquello, venían las
despedidas que personas dudosas, que decían:
“Si
Dios quisiera que volviéramos el año que viene”
o “si tenemos, salud
volveremos”.
Yo aún seguía un poco con el
tinto y, les decía: “volveremos,
Sí, o Sí”.
Camino a casa a descansar, para
volver a ver lo que tanto deseábamos: la Coral. Nuestra Coral.
Cada año es más grande, que
guapos con sus uniformes y, las señoras tan bien arregladas, cada año están más
guapas y más jóvenes y, los músicos con sus instrumentos relucientes, como los
dominan, les hacen cantar canciones tan bonitas que sin vino tinto te hacen soñar.
Para la señora directora que
tanta paciencia tiene para conseguir lo bonito que es todo:
Gracias y que vuelva usted cada año a hacernos pasar
una tarde tan inolvidable.
El abuelo Andrés, aprendiz de grado medio de informática.
Extracto de nuestra revista Aules Som Primavera 2015
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