Meditando con yoga

“Entrégate al yoga, puesto que ¿Dónde están los conflictos cuando se conoce la verdad? ¿Dónde las enfermedades cuando el espíritu es transparente? ¿Dónde está la Muerte cuando la respiración está controlada?” (Poemas, Sloka, 6, La Esencia de las enseñanzas del yoga de Krishnamacharaya Granthamala Yogañjalisaram). El yoga es un proceso de transformación del individuo a todos los niveles. El yoga no se limita a las posturas sino que abarca todos los aspectos de la vida humana. Mejora la calidad de vida porque aumenta la salud física mental. Se adapta a las necesidades y limitaciones individuales, pero conserva siempre lo esencial de la postura (asana).
Cada alumn@ aprende a conocer su propio cuerpo, aprende sobre todo a oírlo, y acaba sabiendo qué le dice éste y como responde; entendiendo ese lenguaje, solo así, se puede establecer una comunicación real cuerpo, mente, espíritu. Deja que tu cuerpo remueva según sus propias habilidades y necesidades. No hay competición ni con l@s compañer@s ni con un@ mism@. Esto es quizás lo más difícil al principio en una cultura como la nuestra que nos exige siempre esforzamos para estar entre los mejores.
El yoga es sin esfuerzo porque cuando hay esfuerzo la mente está acelerada; habrá intensidad pero no esfuerzo, el yoga es sin esfuerzo. Cuando las posibilidades físicas se han reducido por la edad la práctica del yoga no pierde fuerza, todo lo contrario: Encontramos el beneficio del pranayama y de la meditación.
En la clase de yoga tomamos el cuerpo como nuestro objeto de atención despertando la sensación corporal; observamos la vibración; percibimos toda la estructura muscular, las tensiones, las contracturas y como poco a poco van desapareciendo. Las respiración nos enseña a vivir en el instante presente. Nos movemos lenta, suave y armoniosamente.
Krishnamacharya decía: “Solamente un cambio de espíritu promueve la curación de la persona” Y en el taller de yoga, humildemente en eso estamos.
Por Maria Luisa Valiente

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