La edad mínima en las redes sociales
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uchos son los niños y niñas menores de 14 años que tienen abierto un perfil en alguna red social.Probablemente muchos padres y madres no saben que es esta edad, 14 años, la mínima en España para registrarse en una red social (salvo las específicas para niños). Y probablemente también, muchos padres y madres ignoran que su hijo tiene un perfil en una red social o si lo saben, no le dan importancia.
Cierto
es que son numerosos los adultos que se mueven torpemente en las redes
sociales. Y me refiero a que no saben configurar las opciones de privacidad,
suben fotos propias y de terceros alegremente, comentan detalles innecesarios
de su vida privada, aceptan amigos y amigas que desconocen por completo
(abriéndole la puerta a todo el material expuesto en su perfil)… Son adultos
que, a pesar de las noticias que continuamente aparecen en los medios de
comunicación, no son conscientes del alcance de sus acciones en la red. Posiblemente
el estar delante de un monitor les da la sensación de “poca
trascendencia”.
Los
padres, madres y tutores tienen la obligación legal de velar por la intimidad y
la imagen del menor. Esta obligación viene recogida en la Ley Orgánica 1/1982,
de 5 de mayo, sobre Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad
Personal y Familiar y a la Propia Imagen. Dejarlos a su libre albedrío supone
abandonar esta obligación. Y la reglamentación de protección de datos de
carácter personal en España no permite recabar datos de menores de 14 años sin
el consentimiento de los padres o tutores.
Obviando
ya la obligación legal, un menor de 14 años seguramente no es capaz de
comprender la trascendencia que tiene el desvelar su privacidad, el compartir
fotos, el dar información personal… Es fácil que
lleguen, por ejemplo, a subir fotos de las que en un futuro se tengan que
arrepentir.
Una
red social no es simplemente una web. Es una herramienta de comunicación, con
todo lo que eso comporta. Y al igual que se supervisan las amistades y
relaciones de los niños y niñas en la vida real, con más razón quizás hay que
hacerlo en las redes sociales. El inicial anonimato que proporcionan puede
crear situaciones de riesgo al entrar sin darse cuenta los niños en un mundo de
adultos.
Recientemente
la Agencia de Protección de Datos ha hecho pública su preocupación por
la pobre verificación de edad de los menores en la red. Recaba una mayor
inversión y esfuerzo en implantar instrumentos para una más fiable
verificación.
Sin
embargo, la clave sigue siendo la supervisión paterna, la implicación de los
padres y madres, la creación de un clima de confianza en el seno familiar que
favorezca la educación del niño o niña en los hábitos de navegación. Por
supuesto, no vale la posición intransigente de prohibirle el acceso a Internet.
Buscaría salidas por otras vías mucho menos recomendables y fuera de control.
Además de que prohibirle el acceso a Internet es prohibirle la sociabilización.
Pensemos que los tiempos evolucionan y si antes el lugar de relación era la
calle ahora lo es, además, la Red. Exige un cambio de mentalidad y de actitud.
En consecuencia, ¿qué solución queda? Pues formarse en
el uso de la red, aprender a usar sus herramientas, para conocerlas y así poder
orientar a los hijos. Hoy en día, estoy convencido, es una asignatura
obligatoria para cualquier padre o madre.
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