En el nombre de ALÁ

Día sí y día también, escuchamos en las noticias como en algún lugar del mundo se ha producido un atentado, en el que un sujeto forrado de explosivos se ha hecho estallar entre multitud de personas, al grito de Allah akbar (Alá es el más grande). Son muchos miles de personas inocentes las que han muerto, y siguen muriendo, a lo largo de estos últimos años, en lo que estos terroristas suicidas han denominado (su propia) Yihad. Que para estas sectas radicales significaría algo así como la obligación de esforzarse para defender y propagar el Islam por todo el mundo, por la fuerza si fuera necesario (Guerra Santa Global). Estamos acostumbrados a escuchar y leer palabras como: Estado Islámico, Daesh, Isis, Al Qaeda, Boko Haran, Al Nusra, etc… Pero, ¿realmente sabemos lo que significan y la dimensión de este fenómeno tan violento?
Todas las opiniones parecen concluir que el creador e impulsor de esta Yihad Global ha sido Osama Bin Laden. Su familia se encuentra situada a principios del siglo pasado en Yemen, en la ciudad de Hadramauth, conocida también como la Manhattan del desierto, a causa de sus apiñadas viviendas de varios pisos hechas de piedra y adobe. En los años 30, su padre no era un hombre rico, trabajaba en la construcción. Pero aprovechó el auge que sufrió este sector en la vecina Arabia Saudí, con la productiva extracción de petróleo y los beneficios que reportó a este país, y consiguió amasar una considerable fortuna. Los componentes de la familia Bin Laden pasan a ser miembros de la clase dirigente, sin formar parte de la familia real. En 1957 se trasladan a Riad, la capital de Arabia Saudí, donde nace Osama, único hijo de la cuarta esposa de su padre, una mujer siria. Estudia ciencias económicas y empresariales y pasa a ser el dirigente del negocio familiar de construcción, restauración y construcción de carreteras. A pesar de ser un joven saudí adinerado que viajaba como muchos otros a Beirut en la década de los 70 para ir a discotecas, bailar y salir con mujeres, comienza a sentir enormemente la influencia de los maestros de su universidad, que predicaban volver a los estrictos valores islámicos. Y durante la construcción de unas mezquitas sagradas en Arabia Saudí, se sumergió del todo en el Islam. El 26 de diciembre de 1979 sucede algo que conmocionó el mundo islámico, la Unión Soviética invade Afganistán y se llama a la Guerra Santa en todo el mundo en ayuda de los hermanos musulmanes que habían sufrido tal vejación. Los Estados Unidos se involucran en el conflicto enviando ayuda, armas y a la CIA. Curiosamente Osama Bin Laden libra la guerra contra los soviéticos en el mismo bando que los americanos. Abandona su hogar y un prometedor futuro, acudiendo a la llamada de la Yihad. Durante la guerra viaja a Pensahuar, donde monta una oficina y crea una lista de los que se adhieren a su causa. Construye campos de adiestramiento militar, a la vez que realiza una gran labor social edificando orfanatos y hogares para las viudas de los afganos muertos en combate. En 1988 Osama poseía una gran base de datos de combatientes muyahidines (persona que hace la yihad, alguien que lucha por su fe) y partidarios. Al Qaeda (La Base), era un directorio de militantes internacionales de los que podría disponer en el futuro. Al finalizar la guerra, en la que el pueblo afgano logra expulsar a los rusos de su territorio, Bin Laden regresa a Arabia Saudí, con 32 años, convertido en héroe, tanto para este pueblo, como para su familia, para el mundo islámico y los saudíes.
Se hace cargo nuevamente del negocio familiar, pero muy pronto sus ideas extremistas le hicieron discutir con la familia real saudí. El 2 de agosto de 1990 Iraq invade Kuwait y los saudíes piden ayuda militar a los Estados Unidos. Bin Laden protesta enérgicamente, alegando que aquello era pactar con los infieles, y que lo único que querían los americanos era proteger sus intereses económicos sobre el petróleo, advirtiendo que si entraban en Arabia Saudí, jamás se marcharían y tomarían la península arábiga como base para proteger Israel, el enemigo de gran parte del mundo árabe. Por otro lado, estaba en contra de que una país no musulmán atacara a otro que si lo era, como Irak. El gobierno saudí comenzó a amenazarle para acallar sus críticas. Le obligaron a abandonar el país; y en abril de 1991, huye a Afganistán y desde allí a Sudán, donde acababa de tomar el poder un gobierno islámico. Bin Laden se establece en este país, seguido de cientos de
muyahidines y terroristas. Amplía su red de seguidores, reclutando muchos jóvenes desesperados y frustrados, y redacta su agenda política. Funda varios negocios legales, entre ellos una gran empresa de construcción, invirtiendo una gran cantidad de dinero en este país pobre. Quería usar Sudan como punto para expandir las actividades de Al Qaeda, su red de militantes a favor de la Yihad Global, formar grupos terroristas y enviarlos a los países árabes no religiosos, derrocar su régimen político y establecer un gobierno islámico.
En 1.992 los Estados Unidos envían tropas a Somalia como parte de su ayuda humanitaria. Pero Bin Laden, cuyo principal objetivo terrorista eran los americanos, considera esto como una invasión. Un año después son derribados varios de sus helicópteros en Mogadiscio, muriendo 18 soldados estadounidenses y varios cientos de somalíes. Esta acción fue planeada y ejecutada por los hombres de Osama y finalmente los americanos se retiran de Somalia.
El gobierno de Sudán, presionado por americanos y saudíes, tras los múltiples atentados apoyados por Bin Laden, se ve obligado a expulsarle y regresa de nuevo a Afganistán. Pero para entonces ya había fundado muchos campos de entrenamiento terrorista en la zona. Allí organiza a los talibanes, musulmanes fundamentalistas que habían tomado el control del país, con el fin de emprender la Yihad Global y liberar la península arábiga de la presencia norteamericana. A partir de ese momento, comienza una escalada de violencia terrorista, liderada y financiada por Bin Laden, sobre todo contra los Estados Unidos que culmina con los atentados del 11 de septiembre de 2001, que causaron la muerte de cerca de 3.000 personas y otros 6.000 heridos. Hecho que precede a la Guerra de Afganistán y a la adopción del gobierno estadounidense, presidido por George W. Bush, y a sus aliados, de una política denominada "guerra contra el terrorismo".
En marzo de 2003, meses después de la invasión y ocupación norteamericana de Afganistán, Bush situó a Irak dentro de lo que denominó como eje del mal, además de acusar al gobierno de Saddan Husein de tener armas de destrucción masiva y de tener vínculos con Al Qaeda, sin que finalmente ninguna de las dos cosas hayan podido confirmarse. Inmediatamente después, sin que mediara declaración de guerra por alguna de las partes, comenzó el ataque de la coalición contra Iraq. Esta
coalición estaría encabezada por Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Polonia, apoyada públicamente por España y Portugal, y con la oposición activa de Francia, Bélgica, Alemania, Rusia y China, lo que provoca una fractura política entre las grandes potencias. Los principales detractores de la guerra señalan las razones de Bush como meras excusas para realizar la invasión, motivadas por intereses meramente económicos y políticos. Esta acción también ocasionó que se diera la primera manifestación ciudadana global en la historia en contra de un conflicto.
A partir de este año, Al Qaeda comienza a dividirse en diferentes grupos con objetivos comunes, pero que a la vez son rivales por ver quien encabeza el islamismo radical. Es en ese momento cuando surge lo que originalmente se llamó la Organización para el Monoteísmo y la Yihad. Organización terrorista próxima a Al Qaeda para hacer frente a la invasión de Iraq, dirigida por Abu Musab al Zarqaui, bajo la tutela de Bin Laden. Durante ese tiempo se proclamó como Estado Islámico de Irak, y su cuartel general se encontraba en la ciudad de Baquba.
Poco después de la invasión inicial, la violencia contra las fuerzas de la coalición y entre los diversos grupos étnicos, dio lugar a una guerra asimétrica con la insurgencia iraquí, la guerra civil entre sunitas y chiitas iraquíes, y las operaciones de Al Qaeda en Irak. El Estado Islámico de Irak fue responsable de la muerte de miles de civiles iraquíes, así como de miembros del gobierno iraquí y de sus aliados internacionales. Zarqaui ideó un plan para continuar la Guerra de Iraq y crear un Califato, mediante la extensión del conflicto a los países vecinos y forzando la participación de Israel. Por ello se llevaron a cabo ataques en otros países, como en Egipto, donde mataron 88 personas en 2.005 en el atentado de Sharm el-Sheij.
Tras la muerte de al Zarqaui a manos de EE.UU., en junio de 2006, Abu Bakr al-Baghdadi asumió el poder y se asienta en un amplio territorio de Iraq y Siria. Técnicamente el grupo se organiza como un estado no reconocido, ya que controla de facto varias ciudades, como Mosul, Faluya o Al Raqa, siendo esta última considerada su capital. Durante la Guerra Civil de Siria, Baghdadi corta los lazos con Al Qaeda y anuncia su intención de crear un estado islámico en la zona de levante, declarando su independencia y su soberanía sobre Iraq y Siria, autoproclamando el Estado Islámico de Irak y el Levante, en alusión al levante mediterráneo. También conocido como ISIS (del inglés Islamic State of Iraq and Syria). Los gobiernos occidentales han hecho un llamamiento para que no se utilice este acrónimo. Piden que se les denomine DAESH (al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-Sham), porque esta palabra irrita a los yihadistas. No tanto por su significado, sino por las connotaciones negativas que tiene. En lengua árabe, el sonido de esta palabra es parecido a "algo que aplastar o pisotear", una acepción que usan sus enemigos y ofende a los terroristas, quienes incluso han llegado a amenazar con eliminar a cualquier occidental que lo utilice.
Baghdadi es proclamado en junio de 2014 califa y monarca absoluto del Estado Islámico y bautizado con el nombre de Ibrahim. La estructura de poder está dividida en tres. Baghdadi, califa y comandante en jefe, y sus dos lugartenientes, Abu Muslim al-Turkmani y Abu Ali al-Anbari, que fueron antiguos generales del régimen de Saddam Hussein.
El califato reclama la autoridad religiosa sobre todos los musulmanes del mundo. En los territorios que domina la organización y que ocupan aproximadamente unos 8 millones de personas, impone su interpretación extremista de la Ley Sharia, código de conducta que regula todo aquellos que está permitido o prohibido en los distintos ámbitos de la vida. Lleva a cabo ejecuciones públicas. Destruye templos y mezquitas. Realiza decapitaciones masivas y en público de cristianos que se niegan a la conversión, incluyendo niños, y otros tipos de violencia brutal contra las personas que son distribuidos a través de la redes sociales.
Al principio, el DAESH fue financiado por los reinos de la península arábiga, desde su posición enfrentada al régimen del dictador sirio Bashar al-Asad. Al conquistar territorios en Siria e Irak, comenzaron a tener mayor autonomía, con variadas formas de autofinanciación. Es el grupo
terrorista más rico de la historia, gracias a sus ingresos de unos 2 millones de euros diarios. Tienen una economía muy variada: comercian con petróleo, trafican con órganos, recogen impuestos, realizan exacciones, explotan la industria del secuestro, roban y trafican con antigüedades, etc... Según estimaciones, sus tropas están compuestas por unos 30.000 combatientes, nativos de 90 paises (un 10 % europeos), capaces de actuar en acciones individuales, como insurgentes, e incluso como infantería ligera. Dentro de ellos se encuentran cerca de 3.000 voluntarios franceses, bosnios musulmanes y chechenos curtidos en combates contra Rusia y muchos fanáticos religiosos sin experiencia en el combate, pero dispuestos a morir por su fe. Se cree que entre el 10 y el 15 % han muerto en combate. Otros cientos han sobrevivido y regresado a sus países, y sus gobiernos están preocupados por las acciones que puedan llevar a cabo. El autodenominado Estado Islámico, al igual que otros grupos yihadistas, inculca a sus seguidores de cualquier parte del mundo la realización de acciones terroristas, especialmente contra los ciudadanos de los países de la coalición internacional que lucha
en su contra. Esta organización terrorista realiza un estudiado y sofisticado marketing a través de las redes sociales para mostrar la vida cotidiana del califato, sus avances y sus logros, y difundir videos con terribles ejecuciones de rehenes en respuesta a lo que ellos consideran agresiones del mundo occidental.
Actualmente el DAESH es la principal fuerza de oposición al gobierno de Bashar Al-Asad, en la guerra que se viene librando en Siria desde el año 2011. Ocupa la mayor parte del territorio y de las reservas de petróleo y gas. Otras fuerzas también luchan contra las Fuerzas Armadas Sirias, las principales son el Ejército Libre Sirio y el Frente Islámico. Algunos grupos rebeldes yihadistas combaten tanto contra el gobierno, como contra el DAESH. Uno de los más grandes y activos es el Frente Al-Nusra, considerado la rama de Al Qaeda en Siria, que controla pequeñas franjas de territorio entre zonas de otros grupos rebeldes y el gobierno. Si contamos además que en este conflicto están implicados también los Estados Unidos y sus aliados occidentales, incluido Francia y, más o menos implicados, Irán, Turquía y varios países del Golfo Pérsico, y ahora Rusia, esta guerra se ha convertido en un compleja barbarie de "todos contra todos". Los números hablan ya de más de 200.000 muertos y hasta 4 millones de desplazados, miles de ellos protagonistas de la reciente crisis de los refugiados en Europa. Los bandos combatientes han sido acusados por diversas organizaciones y gobiernos de cometer crímenes de guerra, del uso de armas químicas y graves violaciones de los derechos humanos, así como también de daños patrimoniales históricos.
A pesar de que estos terroristas son despreciados por la mayoría del mundo islámico, Al Qaeda ha conseguido abrir oficinas en Nigeria (Boko Haram), Somalia (Al Shabab), Libia (Grupo de Combate Islámico) e Indonesia (Jemaah Islamiya), y se encuentran desplegados ya en Mali, Niger, Nigeria, República Centroafricama, Yemen y en la región autónoma de Uigur en China. Su actual dirigente, Aymán al-Zawahirí, quien sucedió a Osama Bin Laden tras su muerte en mayo de 2011 a manos de un pequeño ejército de la SEAL estadounidense, fue mentor de éste y también su médico. Conocido también como El Doctor o El Profesor, además de ser cirujano, habla tres idiomas: árabe, inglés y francés. Fue incluido por la revista Forbes, en noviembre de 2.014, en la lista de las personas más poderosas del mundo, ocupando el puesto 54. Junto con el líder del DAESH, Abu Bakr al-Baghdadi, son actualmente los terroristas más buscados del mundo.
Por todo lo que hemos visto, parece quedar meridianamente claro que todo este fenómeno tan violento, vergonzoso, indecente y otros adjetivos tan viles y despreciables como los anteriores, está muy lejos de ser simplemente una guerra de la religión musulmana contra la cultura occidental. Algunas corrientes de pensamiento afirman que, en realidad, todo esto no es más que una guerra de conquistas, guiada por objetivos estratégicos y económicos. El Papa Francisco, en una encendida homilía en septiembre del pasado año, durante la visita al cementerio de Fogliano Redipuglia, que alberga los restos de miles de caídos de la Primera Guerra Mundial, advirtió de que podemos hablar de una "Tercera Guerra Mundial, combatida por partes, azuzada por intereses espurios, como la codicia, y permitida por una suerte de indiferencia cainita que ya consintió las atrocidades del pasado". A este respecto, el actual presidente de los Estados Unidos de América, Barak Obama, durante su último discurso sobre el Estado de la Unión, en enero de este año, ha afirmado que “la lucha contra el grupo yihadista DAESH está lejos de ser una Tercera Guerra Mundial. Mientras nos centramos en destruir al Estado Islámico, las afirmaciones exageradas de que esto es la Tercera Guerra Mundial juegan a su favor".
Ustedes saquen sus propias conclusiones. Por mi parte el único deseo ha sido tratar de dibujar “quién es quién” y “qué es qué” en este fenómeno bélico que nos ha tocado vivir, y del que la mayor parte de las opiniones augura que tendremos para largo.

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