Noticias medievales. ...Y dos

Por Daniel Gómez, alumno de informática

El motín de la trucha

En Zamora conocí desde niño esta historia que al parecer sucedió en el 1158, en el tiempo de asentamiento y desarrollo de las ciudades del norte de Castilla.
Una mañana, en el mercado de la villa, hubo una disputa por comprar una hermosa trucha. La pretendían un pelletero y el criado de un noble. Según cuentan, hasta medio día los nobles tenían prioridad para elegir el género, la trucha había sido elegida por el pelletero ya después de mediodía.
La gente apoyó al artesano y se llevó la trucha origen del conflicto, de clases, por cierto.
Para frenar la osadía de los artesanos los nobles se reunieron en la iglesia de Santa María. Temiéndose el pueblo represalia, cerraron la iglesia, la rodearon de leña y la prendieron fuego. Según la leyenda, sólo escaparon de allí las hostias consagradas que salieron volando por un ventanuco.
Temiendo el terrible castigo del Rey, reunió todo el mundo sus bártulos y aperos y escaparon a la raya de Portugal. Desde allí, enviaron una embajada al Rey. Su mensaje era sencillo: podían volver y seguirle sirviendo y pagándole impuestos o, en caso de no ser perdonados, hacer lo propio con el rey de Portugal.
Sí, Tenéis razón. El Rey los perdonó… pero hubieron de pagarle un impuesto especial para conseguirlo.


Otra falacia aún muy actual

De nuevo una aportación de los frailes de la Edad Media. Ésta se conoce como “ad misericordiam”. Lo peculiar de esta forma de hacer trampas a la razón consiste en conseguir dar lástima a quien quieres convencer. Es su punto fuerte, mezclar sentimiento y lógica, agua y aceite.
Un ejemplo: “Profesor tiene que aprobarme. Me he esforzado mucho y, además, mis padres me van a montar una buena si me suspende”. Así, de este modo, se sustituye o complementa el valor real del examen, la puntuación que merece.

Otro bastante actual traspasado al derecho: aunque alguien haya sido condenado por robar unos cuantos millones, puede salir del paso sin restituir lo robado. Y puede que hasta consiga reducción de condena sólo por “arrepentirse”.

El tiempo avanza hacia un futuro mejor

Del mismo modo que las ideas nacionalistas (unidad de un pueblo -cualquiera que sea la posición de cada una de sus gentes- con un destino común) tiene su principal soporte en teóricos y literatos románticos del siglo XIX, la idea de progreso que ilumina el futuro tiene su origen en un obispo cristiano que vivió allá por el siglo V, Agustín de Hipona, San Agustín.
En La Ciudad de Dios, frente a la idea romana y griega de tiempo cíclico, sucesos que siempre dan vueltas sobre sí mismos, repitiéndose de algún modo todo lo que ha sucedido, introduce la idea del avance del tiempo y la historia hacia la Ciudad de Dios, ese mundo de justicia y caridad predicado por el cristianismo.
En el XVIII, con la Ilustración, esta idea se hará laica y “Libertad, igualdad y fraternidad” o bien “Dominar a la Naturaleza para que nos sirva a todos” (sueño progresista), o “La Revolución Comunista” de hermandad, justicia y solidaridad entre los hombres, serán slogans de esos paraísos en la Tierra.
Pero quien rompió el círculo permanente, la repetición de lo mismo, en la manera de pensar el tiempo que hace posible la esperanza en un futuro mejor, ya en el siglo V d,C. fue Agustín de Hipona. Aunque fuera en el otro mundo.

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