Sobrevivir a la familia este verano
Son las experiencias de Mª Antonia, una compañera de clase
Había que preparar el perro y el gato, además de todos los bártulos para pasar el verano mi marido, mis dos hijas y yo. Y que contentos que íbamos.
Siempre íbamos en Septiembre y parábamos en la Safor. Sacábamos a hacer pis a Ada y a Titín. De paso nosotros tomábamos algo y ya era el último tirón para llegar a nuestro destino en la montaña.
Que diferente paisaje de donde nosotros veníamos. Solo veíamos pisos, aunque teníamos un parque al lado de casa y aquí todo eran montañas y verde.
Mi marido le hacía todas las mañanas la compra a sus padres, mientras yo me organizaba para cuando el volviera irnos a la playa. Se nos pasaba la mañana sin darnos cuenta y a la vuelta estaba la mesa puesta con la comida tan rica que hacia mi suegra.
Como de costumbre después de de comer hacíamos la siesta, unos con más gusto que otros...
Por las tardes nos sentábamos fuera para hacer un poco de tertulia con mis suegros y los tíos que vivían al lado. Esta era una casa rural en medio de la montaña y había más casas pero lejos unas de otras.
Las niñas jugaban con un columpio que se sujetaba entre un granado y un olivo. También subíamos al pueblo a visitar a los amigos y familia. Mi suegro trabajaba en una residencia que había cerca donde solíamos ir, porque tenía cine, iglesia, economato, etc.
Era una forma de pasear sanamente que solíamos hacer nosotros y todos los trabajadores de la residencia.
Todos los años le tocaba a mi marido recoger las olivas y las almendras porque era en Septiembre cuando nosotros teníamos las vacaciones. Y era un trabajo!!!!!
Estas vacaciones continuaron hasta que falleció mi suegra.
Como decía mi suegro "Qué alegría tengo cuando venís, pero que contento me quedo cuando os vais".
Verdaderamente tengo un gran recuerdo de esos años.
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